Esta canción de Silvio Rodríguez la llevo cargada en el corazón pues ilustra con pasión y precisión la realidad circunstancial que enfrenta todo emprendedor que una meta trascendental quiere lograr. Este fin de semana pasado me referí a aquella magistral composición en lo que fue la conclusión de una intervención didáctica donde estimulaba al emprendedor a prepararse, a determinarse y, sobretodo, a humillarse delante de su Creador para seguir adelante, procediendo hoy mejor que antes.