El cambio puede ser bueno, pero no a expensas de la conservación de los valores que constituyen la esencia de nuestra existencia como pueblo. Esencia que honra a la vida y a la familia como pilares fundamentales para el éxito integral de la sociedad en general. Por tanto, en este año electoral evaluemos las propuestas con entereza y no compremos como ingenuos todo aquello que nos venden cual si fuera un delicioso helado de fresa. No mordamos esa carnada para no convertirnos en la presa de la culebra mentirosa que engaña al que ante la verdad pestaña y procede haciendo lo que le da la gana, soslayando el hecho de que fuimos hechos y, por tanto, tenemos un dueño que, tarde o temprano, vendrá a preguntarnos qué hemos hecho en pro de su reino. Nuestra respuesta tendrá implicaciones en el plano eterno. De modo que procuremos hacer lo bien hecho antes de que todo esté hecho y ya no podamos enderezar lo maltrecho.
El cambio puede ser bueno, pero . . .
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- Escrito por Jonathan D'Oleo Puig